Una de las consultas más comunes que estamos atendiendo estas semanas es en relación a los niños (y no tan niños) y los miedos que están surgiendo relacionados con el virus: miedo a salir a la calle, a contagiarse, a que les riña la Policía, a que les insulten por salir ,…. Sobre todo a medida que se acerca el domingo 26, fecha en la que sus salidas se autorizan.
Desde luego, nos encontramos en una situación extraordinaria, nunca vivida antes, para la cual no nos han entrenado ni nos ha dado tiempo a prepararnos. Estamos inmersos/as en un viaje nuevo, una etapa de la vida que será diferente, pero en la que como siempre, cuidar lo mejor posible de nuestros/as niños/as seguirá siendo una prioridad.
Como en todo viaje, los pasos que vamos dando son de lo más importante, esos pasos van marcando una dirección y van dejando una huella en su camino. Por eso, queremos ayudarte a que elijas tus pasos según lo que es realmente valioso para ti, y a ver qué huella quieres dejar tú como madre o padre, en este viaje en el que pasamos tanto tiempo con nuestros/as hijos/as, quiénes son rápidas esponjas de aprendizaje. Debemos ayudarles con nuestro modelo, para que tengan adecuadas herramientas de gestión.
Desde la Psicología estamos viendo cómo en este viaje todos/as somos más propensos a experimentar miedo. Así como madre o padre debemos ayudar a nuestros/as hijos/as con nuestro propio ejemplo de cómo afrontamos esta situación.
El miedo es una emoción que tendemos a considerar como negativa, que no nos gusta experimentar. Surge ante un peligro, ante lo desconocido, ante la incertidumbre o al percibir falta de recursos personales. Se trata de una emoción adaptativa, que nos ha permitido sobrevivir como especie. Cuando tenemos miedo, nuestra mente nos bombardea con pensamientos sobre posibles peligros, y nuestro cuerpo experimenta multitud de sensaciones desagradables, todas encaminadas a la huida, la lucha o la paralización.
¿Cómo aprendemos a tener miedo? Existen miedos que están impregnados en nuestro ADN y que tratan de protegernos desde hace siglos de los peligros que han amenazado nuestra supervivencia biológica (como las alturas, las serpientes o el agua); también aprendemos a tener miedos a través de nuestra historia, cuando nos ocurren cosas a nosotros/as o vemos que le ocurren a otra/o (como que nos muerda un perro o nos perdamos en un supermercado y la consiguiente reacción en nuestros padres y personas que nos rodean: lloran, gritan, nos vigilan con ahínco…); por último, también podemos aprender a temer cosas que no hemos experimentado nunca antes, a través del lenguaje, de lo que escuchamos decir y cómo lo dicen otros/as, y del mismo modo también podemos tener miedo a nuestros propios pensamientos (nuestro lenguaje interior).
Ahora bien, ¿qué podemos hacer con este miedo? Seguramente pensemos que queremos o debemos dejarlo atrás, sacarlo de nuestra mochila para poder llegar a nuestro destino y vivir con plenitud el viaje. Sin embargo, experimentar esta sensación y cualquier otra es totalmente normal y humano, y cuando tratamos de eliminarlas o modificarlas en nosotros/as mismos/as o en otros/as (como nuestros/as hijos/as) vuelven a aparecer incluso de forma más intensa, además de hacernos sufrir más si sentir miedo indica que algo no “anda bien”. Aunque a priori nos parezca difícil o imposible caminar y vivir de forma plena y útil cada momento si tenemos estos compañeros de viaje, lo cierto es que podemos brindar a nuestros/as hijos/as un aprendizaje de gran valor, un modelo de afrontamiento en los momentos complicados, un modelo de gestión del miedo y de la incertidumbre. En definitiva, un modelo que refleje el tipo de madre o padre que queremos ser.
Que sea esperable y normal que todos/as estemos experimentando estos días miedo (o una montaña rusa de emociones), no significa que no podamos hacer nada para enseñarles a manejarse con ellos y por supuesto, para no incrementarlos.
A continuación unas líneas con algunas ideas clave que os pueden resultar útiles, recomendando siempre que en caso de que veáis que la situación está alterando de manera significativa vuestra convivencia, o los niños están sufriendo de una manera no habitual o desproporcionada busquéis ayuda profesional para que no se queden desprotegidos ante esta situación:
- Limita el acceso a la información de tu hijo, haciéndole partícipe de aquello que es necesario que conozca (por qué no vamos al cole y qué tenemos que hacer cuando salgamos). En caso de que ya haya accedido a ciertos contenidos y te haga preguntas explícale lo imprescindible para que lo comprenda, en un lenguaje adecuado a su edad. Protégeles de la «infoxicación».
- Desde la amabilidad (estamos seguras de que estás haciéndolo lo mejor que puedes) toma conciencia de tus reacciones (palabras, tono, movimientos, gestos…) ante temas relacionados con la pandemia. Los niños en muchas ocasiones utilizan como pista para interpretar el mundo (por ejemplo si algo es peligroso o no) las reacciones de sus adultos de referencia, en este caso vosotros. Las emociones son tan «contagiosas» como los virus.
- Valida sus emociones (“entiendo que tengas miedo”, “sé que todo esto es nuevo y difícil de entender…”) y acoge (abraza, acércate, tómale la mano…). Hazle saber que tener miedo no es malo, que «se vale» sentir malestar, que nuestra mente quiere protegernos y para eso nos cuenta todos los peligros posibles que hay a nuestro alrededor y nos aconseja, pero que no es necesario que le hagamos caso en todo, que a veces se equivoca, que podemos elegir qué hacer, incluso sintiendo esta emoción.
- Practica el autocuidado (ver entrada del blog https://www.cepsicap.com/cooperacion-en-tiempos-del-covid-19; https://www.cepsicap.com/pautas-para-familias-en-la-crisis-del-covid-19) y sé modelo para tus niños. De esta forma ocuparán menos tiempo y energía en vuestro día a día los miedos y la incertidumbre, y más aquellas acciones que son valiosas e importantes para vosotros y los más pequeños.
- Da valor al hecho de salir a la calle, es bueno para la salud :estar en contacto con la luz, el sol, el aire, y sobre todo mover el cuerpo…y guíales para que tomen las medidas de precaución convenientes en estos momentos. Recuérdales que una sonrisa, aún desde la distancia, es como un abrazo.
Recuerda que es normal que tanto niños como mayores experimentemos sensaciones como el miedo en esta época de incertidumbre, y esto no significa que sea imposible gestionarlo. Ten presente que esta situación extraordinaria no será para siempre, y qué es lo que quieres que tus hijos aprendan. Transmíteles así, un modelo de gestión emocional adaptativo a través de tus acciones, implicándoos de forma consciente en lo que está bajo vuestro control: cada paso de este viaje. Recuerda que si necesitas ayuda, merece la pena intentar cuidar de ti y los tuyos.
Desde CEPSICAP queremos que sepas que nos tienes «cerca» a pesar de la distancia física. Estamos llevando a cabo consultas online (por videoconferencia) para ayudar a las familias a sobrellevar esta situación de una forma útil y valiosa. Si los niños/as a tu cargo expresan miedo a contagiarse o que se contagien otras personas a las que quiere, a salir a la calle, a volver al cole, a que les regañe la policía si salen, etc… y necesitas ayuda para manejarlo, no dudes en ponerte en contacto con nosotras.
Un abrazo virtual del Equipo CEPSICAP.
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